Investigadores del Centro John Innes y del Instituto Quadram, en Reino Unido, están llevando a cabo uno de los primeros ensayos clínicos con alimentos editados genéticamente, para determinar si la biofortificación de tomates mediante esta técnica incrementa los niveles de vitamina D en sangre tras su consumo.
El estudio ViTaL-D reclutará a 76 participantes con bajos niveles de vitamina D, mayores de 18 años y residentes a menos de 65 km de Norwich, quienes consumirán una porción de sopa de tomate diariamente durante tres semanas. El objetivo es comprobar si esto aumenta los niveles de la forma activa de la vitamina D en sangre, esencial para mantener la salud.
Si tiene éxito, este estudio supondría un avance hacia el uso de estos tomates biofortificados, desarrollados en el Centro John Innes, para abordar el creciente problema mundial de la deficiencia de vitamina D. Este avance beneficiará especialmente a personas con dietas veganas o vegetarianas, ya que las fuentes veganas de vitamina D son prácticamente inexistentes.
Niveles adecuados de vitamina D son esenciales para una buena salud. Ayuda al cuerpo a absorber calcio y fósforo, manteniendo fuertes los huesos, dientes y músculos. Fortalece el sistema inmunitario y la deficiencia de vitamina D se ha relacionado con depresión, demencia y mayor riesgo de cáncer.
La vitamina D se produce naturalmente en la piel al exponerse al sol, de ahí su nombre de «vitamina del sol». Sin embargo, en otoño e invierno, con menos luz solar y mayor ropa, la vitamina D se obtiene a través de la dieta.
Los alimentos ricos en vitamina D son escasos; el pescado azul, la carne roja y la yema de huevo son buenas fuentes, pero las plantas no contienen esta vitamina esencial. La combinación de pocas fuentes dietéticas y la menor exposición al sol ha provocado que la deficiencia de vitamina D sea un problema importante: se estima que 1 de cada 5 personas en el Reino Unido la padece en invierno y primavera, y a nivel mundial, casi mil millones de personas tienen deficiencia. La prevalencia no es uniforme; las personas con piel oscura, los ancianos, las embarazadas y las madres lactantes, y quienes permanecen mucho tiempo en interiores tienen mayor riesgo de deficiencia. Se recomienda la suplementación de vitamina D en invierno, especialmente para estos grupos.
Los científicos del Centro John Innes han desarrollado una solución innovadora y sostenible para aumentar la vitamina D en los alimentos. Algunas plantas, como el tomate, producen un precursor de la vitamina D, llamado provitamina D3, que luego se convierte en compuestos que la planta utiliza para su defensa. Mediante la edición genética, la profesora Cathie Martin FRS y su equipo del Centro John Innes han editado los genes de las plantas de tomate para que acumulen altos niveles de provitamina D3 en los frutos y las hojas. La exposición a la luz solar o a la luz UVB convierte esta provitamina en vitamina D3, la forma más estable y útil para los humanos.
La exposición prolongada de los frutos maduros a la luz UVB, durante el secado al sol, por ejemplo, puede aumentar aún más los niveles de vitamina D.
Ahora se realizarán pruebas para comprobar que el cuerpo absorbe esta vitamina D y la convierte en niveles más altos en sangre. Cada participante consumirá una de cuatro sopas diferentes: una hecha con tomates (biofortificados) genéticamente editados; otra con los mismos tomates expuestos a luz UV; otra con tomates no editados y una más con tomates no editados, pero suplementados con otra forma de vitamina D. Ni los participantes ni el equipo de investigación sabrán qué sopa reciben hasta después de finalizar el estudio.
Los participantes llevarán un monitor de radiación UV para registrar su exposición a la luz solar.
Durante el estudio, los participantes realizarán cinco visitas al Centro de Investigación Clínica del Instituto Quadram, gestionado por el Hospital Universitario de Norfolk y Norwich. Allí recibirán una ración diaria de sopa de tomate, donarán una muestra de sangre para análisis y proporcionarán información sobre su dieta y exposición solar.
Los participantes también pueden aportar muestras opcionales de orina y saliva, aunque no son imprescindibles para participar en el estudio. “La vitamina D desempeña un papel fundamental para el mantenimiento de la salud general, pero las tasas de deficiencia continúan aumentando a nivel mundial. Este estudio busca comprender mejor la creciente necesidad de fuentes accesibles y confiables de vitamina D, especialmente en las poblaciones con mayor riesgo de deficiencia”, afirmó el profesor Martin Warren, investigador principal del estudio ViTaL-D y director científico del Instituto Quadram.
La profesora Cathie Martin, investigadora principal del Centro John Innes, declaró: «La alimentación es fundamental para la salud: la dieta tiene un enorme impacto en nuestra salud, y el déficit de vitamina D es un problema muy común tanto en el Reino Unido como en el resto del mundo».
«Estamos muy entusiasmados por llevar a cabo este primer ensayo clínico con alimentos editados genéticamente», afirmó la Dra. Antonietta Hayhoe, del equipo de estudios humanos de Quadram. «Con la participación de los voluntarios, podremos obtener la mejor evidencia de que estos innovadores tomates biofortificados pueden ofrecer sus beneficios y reducir el déficit de vitamina D».
Para más información, para comprobar si cumple los requisitos o para inscribirse en el ensayo ViTaL-D, visite: https://quadram.ac.uk/vital-d/
Publicado: 07 de octubre de 2025
Fuente: Chile Bio
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