En el corazón verde de Bolivia, germinó en 1974 una semilla, no nació de la tierra, sino de la visión de quienes entendieron que un bosque no es solo madera, sino futuro; que la riqueza no se mide por lo que se extrae, sino por lo que se deja a generaciones futuras. En una Santa Cruz que apenas despuntaba como motor económico de Bolivia, nació la Compañía Industrial Maderera Ltda. (CIMAL), una mediana empresa que llegaría a convertirse en una firma de portento, con el transcurrir de los años.
Décadas antes de que la palabra “sostenibilidad” tuviera una trascendencia global, CIMAL ya la practicaba. Su filosofía era simple y profunda: producir sin destruir, crecer cuidando, innovar preservando. Bajo la visión de sus fundadores -el Arq. Cristóbal Roda Daza y su esposa Gladys Vaca El Hage- CIMAL decidió trazar un camino largo, paciente y consciente, para devolver al bosque más de lo que de él se tomaba. Ese compromiso se transformó en método, el método en cultura, y la cultura en ejemplo.
En 1997, CIMAL hizo historia, como la primera empresa boliviana en lograr la certificación Forest Stewardship Council (FSC), que mantiene hasta hoy, además ser la primera en completar el circuito íntegro de aprovechamiento sostenible del bosque, desde la planificación hasta la llegada del producto final al consumidor. Cada etapa del proceso -inventario forestal, selección de árboles maduros, aprovechamiento de sólo un 2% del volumen total de árboles, regeneración, industrialización, trazabilidad y exportación- se integró como un engranaje perfecto de un modelo donde la rentabilidad económica, la responsabilidad social y la sostenibilidad, no se ven como opuestos, sino, como aliados.
A 50 años de su creación, CIMAL no solo lidera la industria forestal boliviana: la representa en el mundo. Maneja más de 25 especies nativas bajo criterios de conservación, exporta a Europa, América del Norte y Asia, y abastece al mercado nacional, desde madera aserrada hasta muebles de diseño, pisos y tableros de precisión industrial. Pero, más allá de los números, CIMAL ha demostrado que el producto de madera que se exporta puede llevar consigo algo más valioso que su resistencia o belleza, esto es, valor, historia y ética, que se refleja en las personas.
El 70% de sus trabajadores proviene de comunidades cercanas a sus áreas de manejo, lo que significa que el bosque no solo sostiene biodiversidad, sino, también, familias. Los programas de becas, infraestructura escolar, cocinas ecológicas y apoyo comunitario de CIMAL han transformado vidas, porque para la empresa, la inversión en la gente no es un gesto de filantropía, sino una filosofía de vida.
En un país donde los incendios forestales y avasallamientos a predios productivos y reservas forestales devoran dolorosamente millones de hectáreas cada año, el ejemplo de CIMAL trae esperanza. Sus bosques no se degradan: se regeneran. Su biodiversidad no se pierde: se preserva. Su productividad no se agota: se renueva, porque ha comprendido que el cuidado del bosque es tan importante, como el hombre mismo.
El Consejo Editor de “Comercio Exterior” decidió dedicar la presente edición para reflejar este caso de éxito en el sector forestal boliviano, en el marco del Programa AL-INVEST Verde financiado por la Unión Europea/sequa, que dio lugar al “Proyecto Vía Verde: Exportar con Sostenibilidad”, inspirado en el Reglamento (UE) 2023/1115 del Parlamento Europeo y del Consejo de la Unión Europea, relativo a la exigencia de no deforestación para exportar a dicho mercado, siendo ejecutado por el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), la Cámara de Comercio e Industria Boliviano-Alemana (AHK- Bolivia) y la Fundación para el Desarrollo Forestal (Fundeforest), esperando que la destacable trayectoria de CIMAL sea inspiradora para las MiPymes bolivianas, sabiendo que un país que cuida sus bosques se cuida a sí mismo, y cuando un país se cuida, florece.
Publicado: 09 de octubre de 2025
Fuente: IBCE
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