Impactos del ingreso y la producción mediante el uso de tecnología de cultivos OGM 1996-2016



Los investigadores y economistas agrarios Graham Brookes y Peter Barfoot, de la consultora agrícola británica PG Economics Ltd, publican un estudio que analiza los impactos socioeconómicos y ambientales de los cultivos genéticamente modificados (GM).

Este estudio actualiza los hallazgos de análisis anteriores sobre el impacto global de los cultivos GM desde su introducción comercial en 1996 integrando datos y análisis para el 2016.

En los últimos 21 años, según afirma el estudio, “la biotecnología agrícola ha ayudado a los agricultores a cultivar más alimentos utilizando menos recursos al reducir el daño causado por las plagas y controlar mejor las malezas.

Los mayores incrementos de rendimiento se han producido en los países en desarrollo y esto ha contribuido a una base de suministro de alimentos más confiable y segura en estos países. En Sudamérica, la tecnología ha ayudado a los agricultores a reducir la labranza, acortando el tiempo entre la siembra y la cosecha, permitiéndoles la oportunidad de cultivar una soya adicional después del trigo en la misma temporada de crecimiento.

Los datos recopilados por los investigadores demuestran que los mayores rendimientos agrarios y el menor tiempo y dinero gastado en el manejo de plagas y malezas, permitió a los agricultores obtener mayores ingresos. Esto ha demostrado ser especialmente valioso para los agricultores en los países en desarrollo, donde, el 2016, se recibió un promedio de 5 dólares por cada dólar adicional invertido en semillas de cultivos GM.

Según el estudio, el uso generalizado de la tecnología de cultivos GM también está cambiando la huella de la tierra de la agricultura al permitir que los agricultores crezcan más sin necesidad de utilizar tierras adicionales. Mantener los niveles de producción global en niveles del 2016, sin cultivos GM, habría requerido a los agricultores plantar 10,8 millones de hectáreas de soya, 8,2 millones de hectáreas de maíz, 2,9 millones de hectáreas de algodón y 0,5 millones de hectáreas de canola, un área equivalente a la superficie terrestre combinada de Bangladesh y Sri Lanka.

Por otro lado, en el estudio  analiza la dependencia excesiva en el uso de glifosato en cultivos tolerantes a herbicidas (TH) y la falta de rotación de cultivos y herbicidas por parte de los agricultores, en algunas regiones, donde ambos factores han contribuido al desarrollo de resistencia en malezas. Para abordar este problema y mantener buenos niveles de control de malezas, los agricultores han adoptado estrategias integradas de manejo de malezas que incorporan una combinación de herbicidas, otros cultivos TH y medidas culturales de control de malezas; en otras palabras, combinan otros herbicidas con glifosato (usando cultivos TH que son tolerantes a otros herbicidas, como el glufosinato) y el uso de prácticas culturales tales como el “mulching” o acolchado. Esto tiene un costo adicional para los sistemas de producción con cultivos TH en comparación con hace unos 10-15 años atrás, aunque en relación con la alternativa convencional actual, la tecnología TH continúa ofreciendo importantes beneficios económicos en 2016.

En general, existe una creciente evidencia, en la literatura revisada por pares, y resumida en este estudio, que cuantifica los impactos económicos positivos de la biotecnología de los cultivos. El análisis proporciona información sobre las razones por las cuales muchos agricultores de todo el mundo han adoptado y continúan utilizando la tecnología. Se alienta a los lectores a leer los artículos revisados ​​por pares citados, y los muchos otros que han publicado sobre este tema para sacar sus propias conclusiones.



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Publicado: 26 de junio de 2018

Fuente: GM Crops and Food

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