Desde hace muchos años, los patólogos vegetales habían estado interesados en la bacteria del conocida como Agrobacterium tumefaciens.
Desde hace muchos años, los patólogos vegetales habían estado interesados en la bacteria del conocida como Agrobacterium tumefaciens. Su interés residía en que algunas cepas de este organismo tienen la capacidad de infectar a casi todas las plantas dicotiledóneas. No fue hasta principios de los ochenta cuando la transformación genética vegetal permitió por primera vez transferir instrucciones «de diseño», es decir, no generadas al azar, al genoma de una planta.
Hoy se cumplen 40 años (19 de mayo de 1983) de la publicación en la revista científica Nature del descubrimiento de cómo tiene lugar la transferencia de genes funcionales en plantas a través de un vector derivado del plásmido Ti (Herrera-Estrella, Depicker, Van Montagu y Schell, 1983). Este conocimiento sentó las bases para la biotecnología vegetal moderna, permitiendo las aplicaciones de transferencia de genes en plantas de forma exitosa.
La Unión Europea es el origen de las técnicas de transgénesis en plantas gracias a los descubrimientos del científico belga Marc Van Montagu. Fue pionero en la investigación molecular de plantas. Junto con Jozef Schell descubrió el plásmido Ti de Agrobacterium tumefaciens, que sirvió de base para el desarrollo de la ingeniería genética de plantas vasculares.
Los sistemas CRISPR también tienen su origen en Europa gracias a los descubrimientos del científico español Francis Mojica, quien en 1987 descubrió por primera vez unas regiones en las que se repetía exactamente el mismo fragmento de ADN muchas veces. Dos años más tarde, el mismo grupo encontró repeticiones prácticamente idénticas, con el mismo patrón, muy cerca de las otras. Ese fue el primer artículo que se dedicó exclusivamente a las CRISPR, aunque estas secuencias no tenían nombre aún.
Europa ha estado siempre en primera línea en el desarrollo de las tecnologías moleculares y en su aplicación a los sistemas vegetales. Unas tecnologías que ahora los políticos europeos frenan, sin que haya ningún argumento científico para hacerlo, mientras avanzan en el resto del mundo. Es momento de que la Unión Europea se deje guiar por la ciencia y permita el desarrollo de la biotecnología agraria, una tecnología clave para alcanzar los objetivos de sostenibilidad marcados por Bruselas.
Publicado: 19 de mayo de 2023
Fuente: Fundación Antama
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