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28 SEPTIEMBRE

CAMBIO CLIMÁTICO

Las faenas agroganaderas se adaptan al cambio climático

Las faenas agroganaderas se adaptan al cambio climático

Los argumentos son muchos y no siempre los mismos, pero a estas alturas ya nadie duda de que el cambio climático es una realidad. 2019 fue el segundo año más cálido de todos los tiempos y marcó el final de la década más calurosa que se haya registrado jamás (2010-2019), según los datos de Naciones Unidas.



Rotar cultivos, buscar producciones alternativas o definir la estrategia de riego óptima son medidas en las que ya se trabaja. 
Silvia Rojo

Los niveles de dióxido de carbono (CO2) y de otros gases de efecto invernadero en la atmósfera aumentaron hasta niveles récord en 2019 y, si se atiende al entorno más cercano, la temperatura ha subido 1,3 grados en los últimos 70 años en la región, un valor muy destacado para ese periodo de tiempo.

Uno de los sectores que de manera más especial ya sufre las consecuencias de la subida de las temperaturas o los fenómenos meteorológicos extremos es el agrícola y ganadero, que busca adaptarse a esta situación.

«El cambio climático tiene dos caras: la mitigación, en la que se ha trabajado mucho más, y la adaptación», explica desde el gabinete técnico de UPA Javier Alexandre. Mientras que la mitigación tiene que ver con la realización de prácticas profesionales para atenuar el cambio climático, la adaptación es concebida como la realización de prácticas para reducir la vulnerabilidad de sus sistemas agrario-ganaderos a la variabilidad del clima.

A través del programa InfoAdapta-Agri, esta organización ha identificado, en un primer momento, las prácticas que se llevan a cabo para adaptar cada explotación a la evidencia. De ahí han surgido cuatro manuales y 130 medidas «en los que se recogen las prácticas que podría asumir cada explotación».

Uno de los objetivos del proyecto es «trasladar que los agricultores y ganaderos no podemos ser meros espectadores del cambio climático», añade, y aunque hay medidas que tendrán un carácter global, «hay otras que se pueden tomar individualmente».

Opciones reales

Mantener cubiertas vegetales entre árboles, rotar cultivos de distintas variedades, minimizar el laboreo o simplemente reformar el diseño de la explotación puede ayudar a los agricultores y ganaderos a adaptase a luchar contra el cambio climático.

De manera mucho más concreta, en el manual de herbáceos de secano se propone, por ejemplo, disponer de una variedad de ciclo corto. Se justifica la medida ante un escenario de clima con temperaturas más altas, las cuales hacen que el ciclo de los cereales se acelere, resultando muy corto, por lo que el llenado de grano se reduce. Además, esta práctica se plantea para cuando no hay lluvias en otoño, por ello, si no hay lluvias otoñales y la siembra no se puede realizar «proponemos utilizar variedades de ciclo más corto para sembrar antes de primavera. De esta manera, nos evitaremos problemas de baja tasa de nascencia que tendríamos al sembrar en otoño».

La agricultura de conservación o la digitalización con el mapeo de suelos son otras de las alternativas. A través de ese conocimiento del terrero se puede «aportar a cada unidad de parcela aquellos imputs que necesita para optimizar los rendimientos dando, por ejemplo, en las zonas más flojas menos dosis de semilla que se va a traducir en algo más de producción», indica Javier Alexandre. Otra entidad que está trabajando en este ámbito del cambio climático es INEA, con un proyecto sobre cultivos alternativos que capitanea Dunia Virto.

El trabajo parte de la base de que este fenómeno «afecta de forma severa a los sistemas agrarios, que dependen en gran medida de las condiciones ambientales y pueden ver modificadas la disponibilidad de agua o la fenología de los cultivos».

Parte del trabajo ha consistido en el desarrollo de modelizaciones teóricas, «que esperamos contribuyan al desarrollo de estrategias de respuesta de nuestro sector agrícola ante los cambios a los que podría enfrentarse en el futuro», recoge la página web del proyecto.

El estudio realizado muestra en forma de mapas la evolución esperada de diversos cultivos alternativos bajo las previsiones de diferentes escenarios de cambio climático en dos periodos futuros de tiempo: 2041-2050 y 2071-2080. Los elegidos han sido olivo, pistacho, almendro, maíz dulce y sorgo. Estos cultivos tienen necesidades relativamente elevadas de calor y radiación. Los modelos utilizados con diferentes escenarios han demostrado que en un primer periodo (2041-2050) la subida de temperatura beneficia su capacidad productiva. No obstante, en el segundo periodo y sobre todo bajo el escenario de peores predicciones, con una subida de temperatura más desorbitada, estos beneficios desaparecen dando paso a una pérdida de aptitudes edafoclimáticas que limitaría la producción.

Viñedo

El cambio climático puede afectar en mayor o menor medida a las diferentes variedades, pero en casos como el de la uva se va a notar de manera directa en el resultado final, en el vino.

El Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León, Itacyl, coordina un proyecto del Ministerio de Ciencia e Innovación en el que participan cuatro comunidades y que ha sido seleccionado entre 3.000 propuestas.

"Regulación del riego deficitario y de vegetación de tempranillo en espaldera para disminuir efectos del cambio climático y mejorar su producción y calidad". De manera muy general, los expertos tratarán de regular el régimen hídrico y el manejo de la canopia, que es el conjunto verde de la planta, para evitar excesos de temperatura en los racimos en las horas centrales del día.

Pionero en la investigación vitivinícola en la región es Jesús Yuste, doctor ingeniero agrónomo que coordina el proyecto desde el Itacyl y explica que se van a llevar a cabo cuatro tratamientos «para hacer un seguimiento de la humedad del suelo y ver cómo se consume antes o más agua según la frecuencia de riego». De ahí que se vaya a regar dejando márgenes de tiempo diferentes.

A lo largo de tres campañas comprobarán el desarrollo vegetativo, las medidas de fotosíntesis, el C02 que fija o la transpiración. La cualidad, rendimiento de la uva o el tamaño del racimo son otros de los factores a tener en cuenta; «todas estas estrategias de riego nos van a permitir afinar el aprovechamiento de agua».

Publicado: 28 de septiembre de 2021

Fuente: El Norte de Castilla

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