La biotecnología aplicada a la actividad agrícola es una herramienta que está siendo utilizada por 28 países del mundo para -entre otros objetivos- mitigar el impacto del cambio climático en la producción alimenticia, por ejemplo, para enfrentar con éxito el stress hídrico y el ataque de plagas.
La biotecnología aplicada a la actividad agrícola es una herramienta que está siendo utilizada por 28 países del mundo para -entre otros objetivos- mitigar el impacto del cambio climático en la producción alimenticia, por ejemplo, para enfrentar con éxito el stress hídrico y el ataque de plagas. En Bolivia hace falta impulsar la innovación del conocimiento científico y una clara legislación que regule el adecuado uso de la agrobiotecnología para producir más y mejores alimentos, coincidieron en sus declaraciones el científico guatemalteco de renombre internacional, Wayne Parrott, Doctor en Fitomejoramiento y Genética Vegetal por la Universidad de Wisconsin y Profesor del Departamento de Ciencias de Cultivos y Suelos de la Universidad de Georgia (EEUU); y la experta boliviana Cecilia González, Ingeniera Biotecnóloga Ambiental (México), con Especialidad en Manejo de Biodiversidad (Alemania); y Maestría en Biología y Sociedad (EEUU), quienes se refirieron a esta problemática en sus intervenciones como disertantes en el marco del Foro “BIOTECNOLOGÍA PARA BOLIVIA: CAMBIO CLIMÁTICO Y DESARROLLOS BIOTECNOLÓGICOS PARA ENFRENTARLO”, coorganizado por APIA e IBCE, con el respaldo de la CEPB, Croplife Latin America, CIAT y ANAPO, en el que se expuso las oportunidades de la biotecnología como un pilar para una producción agrícola más eficiente. El foro se llevó a cabo en La Paz este miércoles 31 de agosto, con el auspicio del Banco FASSIL S.A., Boliviana de Aviación (BOA) y el Ingenio Azucarero Guabirá S.A.
El Foro sobrepasó las expectativas de los organizadores, con la participación de cerca de 200 personas, representantes del sector público, académico, investigativo y de distintos sectores de la sociedad civil que se dieron cita en el evento, interesados por tan importante temática. En palabras de circunstancia, Ronald Nostas Ardaya, Presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB), explicó las razones de por qué se debía avanzar con la biotecnología como un instrumento para enfrentar el cambio climático, en pos de garantizar la seguridad con soberanía alimentaria, una producción más eficiente con cuidado del medio ambiente y la salud.
El Presidente de APIA, Juan Mario Rojo dijo que el sector agroproductivo del país tiene el desafío de producir más, con una adecuada tecnología en pos de una agricultura económicamente viable ambientalmente sostenible y socialmente responsable para forjar la Bolivia digna, productiva, exportadora y soberana que se pretende alcanzar con la Agenda Patriótica 2025.
Está demostrado que muchos organismos genéticamente modificados se originan de forma natural, tal el caso del camote, que sin intervención humana incorporó parte del genoma de una bacteria del suelo -la Agrobacterium tumefasciens- volviéndose suculenta. En su exposición, el Dr. Parrott explicó cómo se generaron las primeras modificaciones en los alimentos incluyendo las mutaciones naturales para luego pasar a mutaciones generadas por radiación hasta llegar al uso de la ingeniería genética (OGM) y en la actualidad la edición directa de genomas.
En esa línea, argumentó que la investigación en biogenética perfeccionó la producción de OGM proporcionando mayor seguridad a los cultivos. En los años 50 se realizaba la mutagénesis, pese a su eficiencia como técnica biotecnológica requería de mayor precisión para obtener mejores resultados. En la actualidad, gracias a la herramienta de la transgénesis esta incertidumbre ha sido superada, ya que por aislamiento se logra trasladar un solo gen, sin margen de error. Este hecho, ha proporcionado confianza a 18 millones de productores de 28 países que en 20 años han cultivado 2.000 mil millones de hectáreas de cultivos con OGM, explicó Parrott.
“Bolivia en la actualidad asume una serie de problemas climáticos ambientales; si se pretende mantener simplente una agricultura tradicional con tecnología de siglos pasados no se está identificando soluciones reales a las verdaderas necesidades del país”, señaló la especialista en agrobiotecnología Cecilia González, en su exposición en el marco del Foro.
Para el Presidente de la Asociación de Proveedores de Insumos Agropecuarios (APIA), Juan Mario Rojo, la biotecnología posibilita incrementar la producción agropecuaria de países como Brasil, Argentina y Paraguay. “Lamentablemente Bolivia está quedando atrás, la bioingeniería es una necesidad que debe ser considerada para todos los cultivos con total responsabilidad, preservando todos aquellos materiales originales que tiene el país” aseguró, “sin una buena regulación no es posible tener avances significativos en biotecnología, especialmente si la regulación está en función de corrientes ideológico-políticas, sin fundamento científico”.
Marco Villarroel, Presidente del Colegio de Ingenieros Agrónomos de Bolivia, al momento de hacer un análisis de la crisis que enfrenta el sector del agro señaló que “la tecnología que usaba Bolivia hace años era suficiente para asegurar la producción de nuestros cultivos, ahora, con los efectos del cambio climático, la baja de precios y la desinformación sobre los OGM, la producción agrícola del país quedó atrasada en relación a la de países vecinos; la tarea es capacitar mucho, con conocimientos provenientes de profesionales probos que manejan el tema”.
Según la experta nacional Cecilia González, para consolidar la biotecnología y bioseguridad en Bolivia es necesario establecer un marco regulatorio, administrativo y financiero. “Una vez que se promulgan las leyes, es importante estar al corriente del papel que juega cada institución. Se debe incorporar un plan económico que disponga un porcentaje del TGN para invertir en laboratorios, análisis y monitoreo; se requiere el trabajo conjunto de las autoridades afines al agro”.
Las principales razones para el retraso en biotecnología están relacionadas a las contradicciones entre las leyes y reglamentos que regulan al agro, remarcó González, a tiempo de recordar que en 1997, cuando se formuló el D.S. 24676 -Reglamento de Bioseguridad- se lo formuló como un instrumento que actualmente está desconectado de la realidad y de las normativas actuales.
Santa Cruz, 31 de agosto de 2016
Publicado: 01 de septiembre de 2016
Fuente: IBCE
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