Vuelve la ola de temor sobre el glifosato



A raíz de una nueva campaña de grupos y ONG ecologistas internacionales (y sus aliados nacionales), que en su lucha contra la producción eficiente de alimentos y en contra de los productores, se busca nuevamente encender una vez más, el debate y desinformación en contra de uno de los herbicidas más estudiados en la historia de la humanidad.

En consideración a que los productores del Oriente (pequeños, medianos y grandes) en Bolivia hacen uso de este herbicida, tanto en sus cultivos convencionales, como los que emplean la semilla de soya genéticamente modificada (resistente al glifosato y con siembra directa) y considerando que el Comité Nacional de Bioseguridad ha sido convocado para reactivar sus actividades, es que considero conveniente, dar a conocer la carencia de rigurosidad científica de dos recientes “estudios”, y recordar sobre los informes de agencias reguladoras en temas de inocuidad alimentaria.

Con la colaboración de científicos especializados en la temática, se destaca los errores en el diseño experimental y los reportes de los dos últimos estudios publicados, además de dar a conocer la posición de la agencia Canadiense sobre esta sustancia.

    • Estudio “Exposición a herbicidas a base de glifosato y riesgo de linfoma no Hodgkin: un meta nálisis y evidencia de respaldo” (Zhang, et al., 2019).
    • Informe: “Glifosato en cerveza y vino” (Kara Cook, 2019).
    • Declaración de Health Canada (11 de enero de 2019).
1.- La frase clave del nuevo estudio: las personas con la mayor exposición al glifosato tenían un riesgo 41 % más alto de linfoma no Hodgkins. Una advertencia a este hallazgo es que es un meta nálisis, lo que significa que los autores no recopilaron ningún dato nuevo. En su lugar, fusionaron los resultados de seis estudios anteriores que incluyeron a más de 65,000 personas y se enfocaron en aquellos con los niveles de exposición más altos.

Los meta análisis pueden ser propensos a la selección de cerezas; es decir, seleccionando los estudios que tienden a apoyar su hipótesis. Steven Salzberg, profesor de Ingeniería Biomédica en la Universidad Johns Hopkins, indica que más de la mitad del "peso" del meta análisis de Zhang, y con mucho el mayor número de casos de cáncer, provienen de un único estudio realizado por Andreotti et al. publicado el 2018. Resulta, que solo el período de 20 años mostró un aumento en el riesgo de cáncer. Los riesgos relativos de cáncer a los 5, 10 y 15 años fueron en realidad más bajos en el grupo expuesto al glifosato y, sin embargo, Zhang et al. no menciona este hecho (Salzberg, 2019 publicado en Forbes -en español 21 de febrero).

El linfoma no Hodgkins es uno de los cánceres más comunes en los EE.UU. y Europa, pero el riesgo de por vida para la mayoría de las personas, según la American Cancer Society, es de 1 en 42 (2.4 %) para hombres y 1 en 54 (1.9 % ) para mujeres. Un aumento del 41 % en el riesgo relativo aumenta esas cifras a 3.4 % (hombres) y 2.6 % (mujeres) (Salzberg, 2019).

De manera mucho más detallada, Geoffrey Kabat epidemiólogo del cáncer y autor de más de 150 publicaciones científicas, destaca en una publicación del 18 de febrero (en inglés) que Zhang y los otros investigadores se propusieron combinar los resultados de estudios de calidad drásticamente diferente. Sin embargo, nunca cuestionan la conveniencia de realizar un meta nálisis, que, en este caso, es el promedio ponderado de un estudio de cohorte de alta calidad, con cinco estudios de casos y controles de calidad mucho más deficientes.

Kabat revisó el borrador del documento presentado por Zhang et al., por lo que puede destacar que los autores realizaron una gran cantidad de análisis secundarios, para dar a su artículo la apariencia de rigor académico, con diferentes condiciones, para convencernos de que el aumento del 41 % en el riesgo es un resultado sólido que no se ve afectado por los diferentes aspectos de sus diferentes análisis. Pero estos "análisis de sensibilidad" y sutiles consideraciones estadísticas se presentan en lugar de abordar temas más básicos que determinaron los resultados del meta nálisis.

Por ejemplo, si los autores estuvieran realmente interesados ​​en la validez del meta nálisis, habrían reconocido la debilidad de los estudios de casos y controles. Además, habrían presentado un análisis que muestra el efecto de usar cada una de las 5 diferentes estimaciones de riesgo informadas en el estudio de Andreoti et al. (sobre salud en personas que trabajan en el área agrícola - AHS), no solo la más alta. Un análisis de este tipo probablemente habría demostrado que el uso de la mayoría de los riesgos relativos (RR) informados en el AHS en el meta nálisis arrojó un resultado que no fue estadísticamente significativo. Por supuesto, esto habría sido mucho menos de interés periodístico y habría hecho que su publicación fuera mucho menos probable (Kabat, 2019).

Este mayor riesgo solo se aplica a las personas con una exposición muy alta al glifosato: principalmente a las personas que trabajan en la agricultura y aplican glifosato sin la protección recomendada a los cultivos. Los consumidores comunes (incluidas las personas que comen cultivos OGM) tienen una exposición mucho menor, y docenas de estudios no han demostrado ningún aumento en el riesgo de cáncer para los consumidores. Para la mayoría de nosotros, entonces, este nuevo estudio no debería causar mucha preocupación, pero para los trabajadores agrícolas, levanta una bandera de advertencia y algo que debe vigilarse, ya que muchos productores, al trabajar en un ambiente caluroso y seco, optan por NO USAR el equipo adecuado de protección.

Finalmente, no hay que pasar por alto, quién reportó este estudio de manera inmediata y con un llamativo titular: Carey Gillam. Ella es la autora del artículo que salió en The Guardian que reavivó el interés público en estos estudios. Gillam fue retirada de Reuters y ahora trabaja como “directora de investigación” para la ONG “Derecho a Saber” de los EE.UU., un grupo financiado por la industria orgánica que ha estado en los titulares por sus repetidos ataques contra la biotecnología agrícola, científicos universitarios y comunicadores científicos.

2.- Lo reportado en el informe no es más que otra alarma de los activistas que combina de manera soñada con el estudio ya mencionado por Zhang et al. La cantidad de glifosato detectada estaba muy por debajo de un nivel que podría causar daño. Y no hay detalles suficientes en la sección de métodos para sentirse seguro acerca de los resultados.

Ian Musgrave, profesor titular de farmacología de la Universidad de Adelaide, resalta que el diseño experimental que aplicaron para escribir este informe, reporta que configuran su experimento basándose en una técnica llamada método de espectroscopia de masas. Esta metodología se ha utilizado para medir las cantidades de glifosato en la leche (pero no las bebidas alcohólicas). La espectroscopia de masas es un método muy sensible y específico, y los autores citan las concentraciones que pueden detectarse de manera confiable en la leche con este enfoque. Pero el método que realmente utilizaron se llama ensayo inmunoabsorbente ligado a enzimas (ELISA). Es importante destacar que no puede utilizar las concentraciones que pueden detectarse de manera confiable con la espectroscopia de masas para describir la sensibilidad de ELISA. No son compatibles (Musgrave, 2019 -en español 12 de marzo).

¿Qué nos indica entonces este estudio? Que habría que consumir cantidades exageradas de alcohol para poder lograr niveles peligrosos de glifosato. La BfR (Alemania), publicó el 2018, un estudio sobre glifosato y cervezas, donde concluía que sería preciso beber 1000 litros de cerveza, por día, para lograr estos niveles de peligro (ya ni siquiera de riesgo).

El 2018, el estudio realizado por científicos de Dinamarca y Francia, titulado "Evaluación minuciosa y perspectivas sobre el riesgo acumulado que resulta de la exposición alimentaria a los residuos de plaguicidas en la población danesa", empleó dos métodos novedosos que se combinaron para estimar un índice de riesgo para los residuos de plaguicidas en la población danesa. Las perspectivas sobre el nivel de riesgo de los plaguicidas se compararon con micotoxinas, cafeína y alcohol. El Índice de Riesgos (HI) de pesticidas para un adulto danés estaba al nivel de la del alcohol para una persona que consume el equivalente de 1 vaso de vino cada siete años.

De hecho, el bulo de que el glifosato “puede matarlo al estar presente en vinos y cervezas” ya fue lanzado el 2016. El blog del Ecologista Transgénico (ingeniero agrónomo, estudiante de doctorado sobre Agricultura Sostenible y Cambio Climático), hizo referencia a esta noticia, destacando que “El estudio de la orina es de una organización activista francesa que solo usa una muestra de 30 personas y que no pasaría ninguna revisión [de pares para ser publicada en una revista científica]”.
Glifosato en vino

3.- El principal objetivo de Health Canadá para regular los plaguicidas es proteger la salud y el medio ambiente de los canadienses. Canadá en general, tiene un sistema de inocuidad alimentaria muy exigente. Tras recibir 8 avisos de objeción sobre el glifosato, los científicos de Health Canada revisaron la información de estos avisos, además de estudios más recientes publicados. En el aviso público que realizaron el 11 de enero, aclaran:

“Ninguna autoridad reguladora de plaguicidas en el mundo actualmente considera que el glifosato es un riesgo de cáncer para los humanos en los niveles a los que los humanos están actualmente expuestos. Continuamos supervisando la nueva información relacionada con el glifosato, incluidas las medidas reglamentarias de otros gobiernos, y tomaremos las medidas adecuadas si se identifican los riesgos de preocupación para la salud humana o el medio ambiente”.

Al respecto cabe señalar que diversas agencias reguladoras en países como: Alemania, Canadá, Brasil, Estados Unidos, Australia, Suiza, Japón, Corea del Sur, además de las agencias Europeas en inocuidad alimentaria y sobre sustancias químicas (EFSA y ECHA), junto al comité conjunto de la FAO y OMS sobre residuos de plaguicidas (JMPR), han concluido sobre que el glifosato no representa un peligro para la salud humana, Pero generalmente, todos estos reportes son sistemáticamente ignorados por los autores de “estudios novedosos” que reportan, según, “serios problemas” con un herbicida muy simple en su fórmula química. Cabe cuestionar, ¿dónde estaban estos activistas y “científicos”, cuando los agricultores no tenían más remedio que utilizar herbicidas de etiqueta amarilla e incluso anaranjada (de mayor peligro)?.

Pero, ¿de dónde surge la falsa alarma sobre el glifosato?. El estudio publicado por Seralini et al el 2012, que posteriormente fue retractado en el journal científico Food and Chemical Toxicology, ha generado hasta el día de hoy la imagen que mayor pánico representa al hablar del tema de transgénicos, glifosato y OGM en general. Los graves errores sobre este estudio, que le valieron a Seralini ser removido de la Academia de Ciencias de Francia y que hace poco fueron nuevamente rebatidos en una serie de 4 nuevos estudios hechos en Europa.

Cabe recordar, que en Bolivia, aún es bastante limitado el desarrollo científico en el área agrícola. Según el Scimago Journal & Country Rank (índice Scimago de revistas científicas por países), en los últimos 20 años, Bolivia ha publicado sólo 165 trabajos en el área agrícola. Mientras tanto, Perú en el mismo periodo publicó 574 y Chile publicó 2300 (SCImago, (n.d.). SJR — SCImago Journal & Country Rank. Consultado el 12 de marzo de 2019, disponible en: http://www.scimagojr.com).

Por ello, más allá de caer en los juegos de conspiración e ideología que surgen a partir de la desinformación y falta de rigurosidad científica por parte de algunos grupos, se hacen votos para que en Bolivia, el acceso a la información científica se convierta en una realidad que beneficie no sólo al ámbito académico, pero también para que profesionales y el ciudadano en general, también pueda formar el pensamiento crítico y acceder a distintas publicaciones científicas, para informarse y no depender de publicaciones en la prensa que sólo generan pánico sin fundamento.



Publicado: 19 de marzo de 2019