El sesgo de confirmación y la honestidad intelectual



Sergio Daniel Moreira Ascarrunz Ph.D.

El sesgo de confirmación es el ejemplo más común de lo que se conoce como la Falacia de Evidencia Incompleta. Esta falacia consiste básicamente en acudir a datos de casos individuales que parecen confirmar una posición particular, pero ignorando una gran porción de datos o información que contradicen dicha posición. El sesgo de confirmación es un tipo de sesgo cognitivo, por lo que puede considerarse a veces involuntario, pero también es un error en el razonamiento inductivo (en el que las premisas específicas apoyan con cierta probabilidad, pero no con certeza, la conclusión general).

El sesgo de confirmación ocurre cuando las personas reúnen o recuerdan información de manera selectiva, o la interpretan a partir de creencias o ideologías con gran carga emocional. Es decir, primero se establece una posición basada solamente en creencias o ideologías que tienen un gran valor sentimental para la persona, y recién a partir de esa posición se buscan datos que la apoyen y se ignoran los datos que la nieguen o contradigan.

El sesgo de confirmación es lo que ocurre, por ejemplo, en personas que creen poder predecir el futuro. Inocentemente e involuntariamente solamente recuerdan las veces que acertaron en una predicción cualquiera, pero al olvidar las veces que fallaron, se auto engañan con la impresión de que acertaron la mayoría de las veces que hicieron una predicción. Si hicieran un estudio exhaustivo de cuántas veces acertaron y cuántas veces fallaron se darían cuenta de que su porcentaje de aciertos y de fallos se acerca al predicho por el azar (50% y 50%).

En la investigación científica el proceso es bastante diferente. Un investigador establece una hipótesis para explicar cualquier fenómeno y luego realiza varios experimentos  en procura de rechazar su propia hipótesis. Evidentemente, no podrá realizar un número infinito de experimentos pero la idea es tener un número adecuado de experimentos que traten de rechazar su hipótesis desde diferentes ángulos. Si con alguno de estos experimentos su hipótesis fuera rechazada, el investigador deberá establecer una nueva hipótesis, sin establecer lazos sentimentales con la hipótesis rechazada, aunque haya sido “su” hipótesis. De no poder rechazar su hipótesis, el investigador podrá publicar su investigación apoyando su hipótesis con cierto grado de probabilidad. La pondrá a consideración de sus colegas científicos quienes la evaluaran críticamente para determinar si los métodos utilizados fueron adecuados, si los resultados se ajustan a la realidad y si la nueva hipótesis tiene validez científica. Una vez aceptada por estos pares científicos la investigación será publicada.

Esto puede parecer contra intuitivo pero es justamente este procedimiento el que le da la fortaleza a la investigación científica para generar nuevo conocimiento y, a partir de este conocimiento, nueva tecnología. Es fácil imaginarse que si todos los científicos se pusieran a hacer experimentos para solamente apoyar sus propias hipótesis ignorando otro tipo de datos nunca podrían avanzar en ninguna rama del conocimiento.

Ahora bien, una persona que se presenta como investigadora, que tiene un título de educación superior y que hace uso de su etiqueta de científica tiene que conocer estos detalles. Precisamente porque para ser considerado un investigador uno debe realizar y publicar investigaciones en las condiciones arriba mencionadas. De lo contrario, sus investigaciones carecerían de rigor científico.

Si un investigador científico utiliza solamente los datos que apoyan su hipótesis, ignorando los que la contradicen, a pesar de conocer cuál es el procedimiento correcto, ya no se trata solamente de un sesgo de confirmación involuntario. Se trata simplemente de una total falta de honestidad intelectual y de ética profesional. Y eso es lo que veo en muchos “investigadores” que se dedican a hacer activismo en contra de hechos que el consenso científico mundial ha demostrado ampliamente: El cambio climático y la responsabilidad de los seres humanos en este, la importancia de las vacunas para la salud pública, la seguridad y los beneficios para la salud y el medio ambiente de los cultivos transgénicos, etc. Ignorar estos resultados y la realidad que nos muestran no es de personas inteligentes ni racionales, es de activistas contaminados por la ideología, que actúan con las prácticas deshonestas de la política.

En el caso de los activistas anti transgénicos, lo más criticable (por decir lo menos ofensivo) es que en países como el nuestro, donde nuestros productores agropecuarios carecen de acceso a la educación, a la información y a la tecnología, los que precisamente deberían informar honestamente y ayudarlos a acceder a esta tecnología tratan de engañarlos y mantenerlos con los ojos vendados. Muestran una total falta de confianza en el buen criterio de los productores para escoger lo que les conviene y desechar lo que no les conviene. Apoyan vetos y moratorias que poco a poco se van venciendo pues se van demostrando su inutilidad y perjuicios para la sociedad.

Es precisamente por esto que es necesario que cada vez más profesionales actúen con la verdad, apoyados en información científicamente comprobada, tratando de evitar sesgos y posiciones ideológicas. Una información verdadera lo único que generará es productores y consumidores informados, los que podrán así ejercer libremente su derecho a escoger lo que mejor les convenga.



Publicado: 14 de febrero de 2017