Los fertilizantes minerales están reconocidos mundialmente por ser productos que mejoran la fertilidad del suelo y que aportan a las plantas los nutrientes que necesitan para un correcto desarrollo.
Además, se sabe que contribuyen al incremento de la producción de alimentos, fibras y energía, jugando un importante papel en la mejora de la calidad de vida de la población mundial y de los agricultores.
No obstante, no es tan conocido por la sociedad el beneficio de los fertilizantes para el medio ambiente y su contribución positiva ante uno de los retos que tenemos en la actualidad y que está siendo el foco de atención a muy diversos niveles, como es el del cambio climático. En este ámbito los fertilizantes actúan de manera positiva y así lo han demostrado una serie de estudios científicos llevados a cabo por investigadores de universidades y organizaciones científicas europeas.
Se sabe que a través de la fotosíntesis las plantas capturan el CO2 de la atmósfera y lo utilizan para su crecimiento, junto al agua, las sales minerales y la luz solar. Evidentemente, cuando se aportan fertilizantes minerales tiene lugar un incremento muy sustancial de la producción de biomasa vegetal, ya que se ponen a disposición de las plantas los nutrientes que necesitan para su desarrollo, en formas en las que son más fácilmente asimilables. Esta mayor biomasa vegetal puede capturar más CO2 de la atmósfera y generar más energía.
Los estudios realizados por los investigadores Küsters & Lammel en la producción de trigo demuestran con datos científicos que el aumento del rendimiento que se obtiene gracias a la fertilización mineral da lugar a un balance muy positivo de captación de CO2 y, como consecuencia, a un menor efecto invernadero. El estudio revela que el CO2 adicional capturado es cinco veces superior al emitido en la producción, transporte y aplicación de los fertilizantes minerales utilizados.
Por otro lado, mediante la agricultura la energía solar se convierte en biomasa, con la cual se puede producir energía bien por combustión o por transformación en otras sustancias que pueden ser aprovechadas como combustibles. Cuando se aumenta la producción agrícola, lógicamente la captación de energía es mayor. Los estudios científicos llevados a cabo muestran que la biomasa adicional producida gracias a la aplicación de fertilizantes minerales captura seis veces más energía solar que la energía empleada en la producción, transporte y aplicación de los fertilizantes. El balance energético de la producción agrícola es por tanto muy positivo y los fertilizantes contribuyen de manera significativa a mejorarlo.
Además, sin aporte de nitrógeno, el rendimiento del trigo es bajo. Para poder compensar ese rendimiento tan reducido, sería necesario emplear suelo adicional, convirtiendo grandes masas forestales en nuevas tierras de cultivo. Se ha demostrado que las emisiones de CO2 equivalente que se producen como consecuencia del suelo adicional que sería necesario adaptar para compensar el menor rendimiento, son muy superiores al CO2 equivalente emitido en la producción, transporte y aplicación de los fertilizantes minerales.
Por lo tanto, el uso adecuado de los fertilizantes es una parte de la solución para proteger el medio ambiente y mitigar el cambio climático.
Asimismo, no debemos olvidar que la industria europea de fertilizantes es una de las más eficientes y menos contaminantes del mundo, siendo su huella de carbono mucho menor que la de otras regiones en donde se producen fertilizantes que en ocasiones se destinan al mercado europeo, incrementándose además dicha huella con su transporte.
Y lo mismo sucede con la agricultura europea, en la que el uso de los fertilizantes es cada día más eficiente y las legislaciones medioambientales son las más estrictas a nivel mundial.
Publicado: 24 de octubre de 2017
Fuente: Agricultura Sostenible
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